FICHA:
Autor: William
Ryan
Editorial:
Roca
Género: novela
negra
Páginas: 336
Traductor:
Mónica Faerna
Las
novelas policíacas publicadas por Roca suelen ser muy entretenidas y
cautivadoras para el lector, y ésta cumple con esos requisitos.
La época
histórica en que tiene lugar la trama es un atractivo aún mayor. 1936 en los
prolegómenos de la II Guerra Mundial, con la lucha entre las ideologías
políticas en su máximo esplendor (antes del horror que desatarían) y en un país
que estaba desarrollando un nuevo concepto de política social.
Stalin aparece
como un secundario de lujo en la novela, y el mundo moscovita de los años
treinta cautiva al lector y más aún cuando en ocasiones lo compara con otras
ciudades de la época como Hamburgo o Nueva York. Además en esta época el
régimen del terror de Stalin comenzaba a hacerse sentir de forma muy habitual. El terror a la represión del estado estalinista, en
modo alguno era infundado, ya que el traslado al gulag siberiano equivalía a la
muerte en vida. La experiencia de los condenados a aquellos campos de
concentración, prisión, trabajo y reeducación, no puede ser más vívida en la
gran obra de Aleksandr Solzhenistsyn “Archipiélago Gulag”.
La trama en si comienza con el asesinato de una mujer en una
antigua iglesia, donde ésta ha sido salvajemente torturada. La investigación
corresponde al capitán Korolev de la milicia (policía en la URSS) de Moscú.
Korolev es el capitán al mando de la policía judicial. Al descubrirse que la
mujer es norteamericana interviene la NKVD. La investigación por parte de la
más alta institución del Estado del delito, muestra la importancia del
asesinato, puesto que el NKVD no ceja en su misión de descubrir a los traidores del Estado y al asesino que busca la Milicia. El NKVD (НКВД): Народный комиссариат внутренних дел o en castellano, Comisariado
Popular de Asuntos Interiores, era el sucesor del Ministerio de Asuntos
Interiores de la época zarista del que aprovechó su organización interna.
La intromisión de la NKVD, aunque un coronel de dicha institución apoye a Korolev en la investigación, hace que la presión que sufre el
capitán sea máxima, haciendo de cada paso un juego de fortuna, donde uno mal dado
podría suponer la muerte a manos de los criminales en el mejor de los casos o el traslado a Siberia si el Estado presupone que ha actuado mal.
El capitán Korolev es un idealista que tiene un concepto del
bien y del mal muy arraigado. Lleva consigo un pequeño secreto inculcado desde la niñez y que le protegió en el frente occidental ante las tropas polacas en la Gran Guerra. Arropado por su brigada criminal, trata de
encontrar la verdad pese a las numerosas presiones que sufre y llevar hasta el final la investigación como un buen ciudadano soviético en pro del Estado y del pueblo.
De los personajes, Ryan traza con maestría al capitán, así
como a algunos de sus compañeros como Larinin o Semiónov. Los personajes
secundarios cobran aquí un papel principal que los hace realmente interesantes, es memorable la aparición del conde Kolya, el cinismo de Mishka, la candidez de los vecinos del capitán, o el gran duelo futbolístico entre el Spartak y el Dínamo de Moscú..
La trama está perfectamente resuelta y no deja indiferente al
lector. Un buen libro para disfrutar del gélido Moscú en el caluroso estío que se avecina.
SIPNOSIS
DE LA EDITORIAL:
Moscú,
1936. El terror que despierta Stalin comienza a ser notorio. En una iglesia
desacralizada, el cuerpo de una joven sin vida es hallado en el altar. El
asesinato y la mutilación del mismo ofrecen tintes rituales. El capitán Alexei
Dimitrevich Korolev –que por fin empieza a saborear los beneficios de su éxito
en la División de Investigación Criminal de Moscú- es asignado para investigar
el caso. Tras descubrir que la víctima es una ciudadana norteamericana, el NKVD
–la organización más temida en Rusia- decide controlar las indagaciones. A
partir de ese momento, Korolev siente que es seguido bajo un férreo escrutinio.
Sabe que cualquier movimiento en falso podría significar su exilio forzoso a
las gélidas tierras siberianas, el lugar al que los enemigos de la Unión
Soviética, tanto reales como imaginados, son desterrados. A pesar de ello,
Korolev no cesa en el empeño de descubrir al culpable entrando en contacto con
quienes rigen los bajos fondos de Moscú. A medida que se suceden otros
asesinatos, Korolev siente una mayor presión por parte de sus superiores y
comienza a cuestionarse en quién puede confiar. Y quién, en esta Rusia en la
que reina el miedo, la incertidumbre y el hambre, se halla detrás de los
crímenes. Korolev ve entonces peligrar no sólo sus ideales morales y políticos,
sino también su propia vida.
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