lunes, 5 de agosto de 2019

Todo lo mejor

FICHA:
Autor: César Pérez Gellida
Editorial: Suma de Letras
Género: Novela Negra
Páginas: 608

César Pérez Gellida acertó al usar a uno de sus personajes más memorables para llevar a cabo su última novela, así “Carapocha”, es un personaje que deviene entrañable, quizá precisamente por su complejidad y personalidad. Armando Lopategui, además del afamado psicólogo criminal que conoció Sancho, era un hombre con un pasado muy rico… y oscuro, el cual es aprovechado con maestría por Gellida para recrear el ambiente berlinés de la Guerra Fría a comienzos de la década de los años ochenta del siglo XX. En una misma obra, el escritor vallisoletano ha conseguido conjugar un relato de espías con una trama criminal, donde los servicios secretos de uno y otro lado del muro BND, KGB y Stasi, compiten entre ellos por alzarse con victorias pírricas en la lucha entre el capitalismo y comunismo. En ese mundo fronterizo entre dos Estados y dos ideologías, las perversiones humanas siguen latentes y aprovechando la coyuntura que la desconfianza entre los bloques provoca, para poder llevar a cabo sus deseos más oscuros. En este tablero de confrontación, Gellida hilvana una red de relaciones donde nadie es quien parece ser y, aún así, se conforman alianzas y bandos para llevar a cabo las misiones encomendadas. En este complejo mundo, el descubrimiento de un asesino en serie, pese a que en el bloque Oriental se niegue la existencia de éstos, pone al inspector jefe de la VoPo Otto Bauer en una encrucijada entre el deber y la verdad, en el cual la aparición de Viktor Lavrov, agente del KGB (nuestro querido Carapocha), será un farol al que seguir en la oscuridad, puesto que será el único que crea en la necesidad de descubrir la verdad, aunque ello conlleve colaborar con agentes de la República Federal Alemana. En definitiva, Gellida ha tejido una nueva novela que atrapa al lector desde la primera página, que hará las delicias de los Gellidistas, así como de los amantes de las novelas de espías.

SINOPSIS DE LA EDITORIAL: 
Viktor Lavrov es un agente de la KGB destinado en el Berlín Oriental de 1980 que ejerce oficialmente las labores de enlace entre la Unión Soviética y la RDA, y en secreto las consecuentes tareas de espionaje propias de los servicios de inteligencia de la época.
A la salida de una reunión con el ministro para la Seguridad del Estado de Alemania del Este —la temida Stasi—, conoce accidentalmente a Otto Bauer, un inspector jefe de la Kriminalpolizei ob- sesionado por resolver las terribles muertes de cinco menores desconocidos cuyos cuerpos nadie reclama. Además de la dificultad policial del caso, niños asesinados con un brutal patrón de heridas que parece haberlos desangrado lentamente, Bauer tropieza una y otra vez con la negativa burocrática del régimen a reconocer los crímenes. «En la RDA no tenemos asesinos en serie» es la respuesta que suelen darle desde el ministerio. Movido por su formación como psicólogo criminalista, y por su innata tendencia a meterse en líos, Viktor Lavrov ofrece su ayuda a Otto Bauer, quien, desalentado ante la falta de avance, la acepta.
De forma paralela, Lavrov intenta reconstruir una pasada relación con Erika Eisenberg, a quien había conocido por ser la responsable de seguridad de los deportistas alemanes del Este en los anteriores juegos olímpicos de Moscú. Su apasionada relación influirá en la trama de diversas formas, facilitando en unas ocasiones y entorpeciendo en otras tanto la investigación policial como la misión de espionaje del agente ruso. En el transcurso de esta última, Alemania Federal, Alemania Democrática y Unión Soviética juegan una intensa partida de ajedrez por arrebatarse piezas en forma de agentes dobles en la que nada ni nadie es lo que parece.
Mientras tanto, tirando del hilo de las extrañas heridas que presentan los cadáveres, Lavrov y Bauer dan con la pista de las llamadas Veladas Rojas, en las que un grupo de aficionados a la sangre y al vampirismo en sus diversas formas se encontraban para dar rienda suelta a sus perversiones. Tanto este indicio como la intuición de que tal vez los niños sean desconocidos por proceder de la otra parte del Muro —y que no hayan sido reclamados debido a la falta de comunicación entre ambas Alemanias— hacen que los investigadores vayan encontrando el rastro que poco a poco les conducirá al responsable de las muertes.
El presentimiento de que el causante de las mismas ha de ser alguien con capacidad para atravesar de un lado a otro del Telón de Acero pondrá a Lavrov y Bauer en la delicada tesitura de tener que investigar a los altos cargos del partido, únicas personas con permiso para hacerlo, lo que se inmiscuirá en la labor de espionaje del ruso. La supervivencia de uno de los niños torturados, que ha logrado escapar de milagro y casualmente cruzar al Berlín Occidental, así como la ayuda de Max Pekeler, comisario en la Alemania Federal y amigo de la infancia de Otto Bauer, serán clave para estrechar aún más el cerco sobre el comprometido sospechoso.
Un frenético final, lleno de tensión, persecuciones y giros de la trama, dejará al lector sin aliento antes de que Lavrov y Bauer den con el responsable de las muertes y la trama de espionaje haga que el agente del KGB deba enfrentarse a una de sus primeras lecciones de estrategia.

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