domingo, 10 de agosto de 2014

Dos tumbas

FICHA:
Autores: Douglas Preston y Lincoln Child
Editorial: Plaza Janés
Género: Novela negra
Páginas: 496
Traductor: Jofre Homedes Beutnagel

El final de la trilogía de Helen, la mujer de Pendergast, iniciada con Pantano de Sangre mejora con mucho el anterior libro, Sangre Fría. Tras un titubeante inicio, los autores consiguen página a página ir elaborando una buena y entretenida historia que desemboca en Brasil y con la misma intensidad que las primeras novelas del agente. Los autores vuelven a fijar su atención a su personaje favorito: Nueva York. Toda la trama elaborada en la Gran Manzana está resuelta con gran maestría y no desmerece en nada a la parte brasileña del libro.
La subtrama de Corrie Swanson, que seguramente proseguirá en los siguientes libros de la serie, es muy entretenida y da un soplo de aire fresco. D'Agosta y Hayward apenas si participan en este libro, lo que no quita ni un ápice del interés en la pareja que nos dará una grata sorpresa a lo largo del libro y por supuesto en el epílogo del mismo. Sin duda el mejor libro de toda la trilogía.

SIPNOSIS DE LA EDITORIAL:
Después de presenciar el rapto de su mujer en Central Park, el agente especial del FBI Aloysius Pendergast persigue desesperadamente a los secuestradores por todo el país hasta llegar a México. Sin embargo, todo sale trágicamente mal: los malhechores logran escapar, y Pendergast, destrozado, regresa a su apartamento en Nueva York para aislarse del mundo.
Mientras tanto, en algunos hoteles de Manhattan se está cometiendo una serie de extraños asesinatos. En casca caso, las cámaras de seguridad captan imágenes claras de un joven pelirrojo, atlético, elegante y bien parecido que se mueve sin prisa por los pasillos. Deja sus huellas, pelos y fibras en el escenario del crimen, pero siempre elude a la policía. Cuando el teniente Vicent D'Agosta acude a Pendergast, el agente no demuestra ningún interés por los hechos hasta que se fija en el modus operandi del asesino: escribe un mensaje en cada cadáver, y estos mensajes se dirigen solamente a él.

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